Memoria y terquedad históricas. Las experiencias de un irlandés en España. Entrevista con el hispanista Ian Gibson

Ian Gibson se ha pasado media vida entre folios de biblioteca, entrevistando a personas de aquí para allá, para escarbar entre sus recuerdos e intentar esclarecer las dudas que tantos hemos ido almacenando a lo largo de los años. Su trabajo, en contra de como muchos lo describen, no es meramente biográfico, sus libros dan una detallada descripción de los hechos que rodean al sujeto en estudio. Su obra sobre Federico García Lorca es actualmente la más completa, y ha esclarecido el misterio que tantos ya conocían pero no se atrevían a desvelar. Aún queda saber si el cuerpo del poeta sigue donde dicen que lo enterraron o si la familia se acercó al lugar a escondidas y le dio digna sepultura en un puesto más adecuado. Unos dicen que está en la Catedral de Granada, otros incluso divulgaron el rumor de que no llegó a morir y que unas monjas lo cuidaron hasta el final de sus días en un convento. Lo cierto es que el conocido investigador se ha encontrado con murallas difíciles de escalar, con puertas cerradas y con mentes obtusas pero también,  gracias a Dios, con la colaboración voluntaria de muchos que no se atrevieron a hablar antes y con el agradecimiento de miles de lectores que, como una servidora, aprecian la labor realizada por la historia de España y el esfuerzo llevado a cabo para traspasar la pared de terquedad nacional que aún se erige particularmente en torno a ciertos bandos políticos.
Ian Gibson nació en Dublín en 1939, como él explica, “en el seno de una pequeñísima minoría irlandesa, la protestante, de identidad titubeante”. Se trasladó más tarde a Inglaterra, pero dice que nunca se ha sentido inglés porque no lo es, pero tampoco plenamente irlandés. “Lleno de complejos e inseguridad en consecuencia, encontré mi patria en la literatura europea, como explico a través de mi protagonista en Viento del sur,” añade mencionando su autobiografía novelada. “Le diré que, como Lorca, odio los nacionalismos y las fronteras y las banderas y los himnos regionales. No me siento español, es imposible, aunque, claro, tengo la nacionalidad española”. Explica que Viento del sur se escribió en español para el público español. “Es un libro que nunca será traducido al inglés porque no quiero, no tendría sentido. Habría que rehacerlo de cabo a rabo y no estoy por la labor”, añade.
Gibson no inventa, no asume, su trabajo está fuertemente corroborado por su intensa investigación. Menciona documentos, poemas, cartas, entrevistas… no deja nada a la imaginación. “El biógrafo debe buscar en primer lugar los datos, la documentación necesaria”, comenta. “Ello puede llevar muchísimo tiempo, según los casos. No hay que inventar nada pero, claro, en el análisis de los hechos siempre es lícita la imaginación con tal de no ocultar al lector que se trata de un intento de reconstruir un episodio indocumentado, o sin la documentación adecuada. Hay que tener imaginación, además, para descubrir vías de acceso al biografiado”. Con estos principios siempre presentes, es tan sólo en su propia autobiografía en la que se ha tomado la libertad de usar el estilo novelesco, cambiando nombres y lugares. “Yo quería, por una vez, darme el lujo de poder inventar, mejor, de poder mezclar cosas realmente vividas con otras inventadas, en un puro juego literario”, aclara. “Disfruté enormemente, después de tantos años buscando el dato exacto, la fecha correcta, la minucia histórica”.  
Le pregunto más sobre él mismo, me interesa llegar a su alma, a lo que no cuenta, o nos cuenta indirectamente, por medio de la vida de los otros. En una entrevista para Radio Exterior de España, le oí decir que buscaba el encontrarse a sí mismo por medio de su trabajo, por lo tanto le pido que me explique un poquito más sobre esta búsqueda de su propia identidad. “Si yo soy biógrafo es porque, entre otras razones, soy un problema y un enigma para mí mismo”, dice. “He aprendido mucho al llevar a cabo mis investigaciones biográficas, aunque ‘encontrarme a mí mismo’ sería demasiado decir. Ningún hombre se conoce en profundidad, no puede porque nuestra vida onírica, lo que somos subliminalmente, nos está mayormente vedado”.       
Se licenció en literatura francesa y española en el Trinity College de Dublín, y dice que, como todo lo español era nuevo para él, habiendo ya explorado en parte lo francés, decidió seguir, influido por excelentes maestros, con el tema de España, “… y en ello estoy todavía, cincuenta años después. Entré en lo español, sobre todo, a través de García Lorca. Ya enganchado, decidí dedicar mi tesis doctoral a las raíces populares de su obra. En 1965 conseguí una beca para pasar un año en Granada”, cuenta, “y allí la tesis se convirtió en investigación sobre el asesinato del poeta. Aquel año cambió mi vida”.  Relata cómo su libro, finalmente concentrado en el tema del la muerte del poeta, salió editado en París el año 1971. Tuvo resonancia internacional y tras todo su trabajo posterior de investigación y profundización en el tema, contribuyó a que, en 1989 y para recompensar toda su labor dedicada a Federico García Lorca, le otorgaran el premio James Tart Black Memorial Prize por su aportación al género de la biografía. Cabe mencionar también entre otros galardones, el Premio Espejo de España en 1980 y el Premio Así Fue. La Historia Rescatada en 1999.
Pero éste su primer trabajo no fue acogido con el mismo entusiasmo en todos los países, en España fue comprensiblemente prohibido por el franquismo en 1971. “A mi me complació enormemente”, confiesa, “ya que mi libro, además de esclarecer las circunstancias que rodearon el asesinato, constituía un ataque frontal al régimen. Años después me contó el ministro Solís, el de la risa, cómo se había prohibido en un consejo de ministros. ¡Qué gozada!   Claro, pasó masivamente la frontera”. 
Su trabajo no se ha limitado a Lorca, pero parece seguir ciertas constantes siempre en torno a esa etapa histórica, siempre dejando bastante claro el lado al que se inclina. Ha publicado también libros basados en Antonio Machado, Salvador Dalí,José Antonio, Calvo Sotelo, Rubén Darío, Cela, Juan Ramón Jiménez o Miguel Hernández,. En la biografía de Machado, el escritor irlandés se compadece con las soledades siempre presentes del poeta, con el amor de niño que el poeta recordara siempre con la misma melancolía. Su trabajo de investigación le ha llevado siempre hasta lo más remoto de la familia del personaje investigado. Desde los abuelos hasta los maestros de escuela o las ni&ntil
de;eras, todo aquello que pudiera significar una colaboración en la forja de la personalidad del sujeto. Describe el conflicto de La Guerra reflejado en la vida de sus poetas, en concreto en este caso los hermanos Machado, clara metáfora de un país salvajemente dividido. Aún así, cuando le pregunto por las dos Españas que personalmente creo aun existen, su respuesta es:

“No creo que España esté realmente dividida en dos, el problema es que hay una derecha maniquea y recalcitrante empeñada en no avanzar y que cree que España es propiedad suya. Vi a Gallardón en el homenaje a Polanco y pensé, ‘bueno, por lo menos está ahí y sabe estar, es todo un detalle’. ¿De qué otra notabilidad del PP se podría decir lo mismo?”  

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