Hasta hace poco, yo no tenía siquiera idea de la existencia de una cultura característica de Cornualles, o que un idioma (córnico, o kernowek, un pariente cercano del galés y del bretón) existiera. Mi conocimiento de Cornualles no iba más allá de golosas imágenes de scones con espesa crema de leche y mermelada de fresas que se consumen en los picnics, en el medio de la abundancia del polen de alguna pradera, casi emitiendo la condescendiente frase hecha de «mmmmmmmm». Mi amigo australiano Ashley, compinche de copas, fue algo más directo en su análisis científico: «Les encanta beber sidra en esta zona». Y esto fue su mejor contribución a este fascinante tema. Camino al mayor enigma celta de todos, la luz de luna casi artificial me encandiló los ojos adormecidos de dulces sueños para revelar la existencia de un misterio incondicionalmente conservado que requería mayor investigación.
Eire, Alba, Cymru, Mannin, Breizh y Kernow. Trabalenguas verdaderamente populares en la sección de palabras cruzadas de los periódicos británicos. Recientemente, el poeta Pol Hodge hizo una petición donde requiere que Su Majestad la Reina Elizabeth II ofrezca una disculpa real por lo que Hodge ha calificado como «el Holocausto de Cornualles» de 1549. La gente ha ya olvidado las atrocidades cometidas entonces: se destruyó la Universidad de Glosury salvajemente en un infierno descargado por mercenarios leales a la Corona (horriblemente, algunos de los perpetradores eran galeses).
Muchos de nosotros tendremos alguna idea sobre lo que son las «Naciones Celtas». Existe, en su mayor parte, conciencia de que Mannin (la Isla de Man) es en gran medida una nación, completa con su propia lengua celta: gaelg, un parlamento independiente, y por supuesto, el hecho de que oficialmente no es parte del Reino Unido. Breizh (Bretaña) ha sido durante mucho tiempo fuente de algunos de los mejores músicos de las costas celtas, y un orgullo vehemente de individualidad que los distingue de los galos. A veces esta actitud desafiante alcanza proporciones preocupantes. Recientemente llegó a los titulares la noticia de la huelga de hambre de Yannig Baron, en protesta por las actitudes de la Iglesia con respecto al idioma Breizhoneg dentro del sistema escolar en la lengua materna. Cualquiera de nosotros que no esté familiarizado con Eire, Alba, y Cymru, debería informarse mejor. El mayor «enigma» de todos, el antiquísimo terreno celta todavía referido erróneamente como condado inglés es el Ducado de Cornualles, Cornwall o Kernow más precisamente.
Los venerados científicos sociales se hacen un festín con el conocimiento, y nos regalan estante tras estante de teorías sobre la hermandad celta, con la esperanza de descifrar la cruzada de conservación y su significado en «términos legos», pero fuera del olor añejo del alojamiento privado del académico, predominan un elemento más sustancial que el canon académico: la psique celta. Prósperas comunidades, palpitantes entidades que conservan orgullosamente sus antiguos ritos por medio de amenidades tecnológicamente ultramodernas. Cornualles, considerada como el pariente pobre, no es diferente a sus parientes y amigos brythonic y goidelic en la vida diaria. Considerar a Cornualles como algo inferior, está al mismo nivel que la calumnia deshonesta que la región irlandesa de Meath Gaeltacht (de habla irlandesa) a menudo debe soportar en la charla sociopolítica irlandesa. Cualquiera que se niegue a comprender la realidad de Kernow y su lugar en el mundo moderno cuando dejen de hacer como el avestruz, debería tener una agarrada verbal con la hermandad de Agan Tavas: se regresarían pronto a su enclave con el rabo entre las patas. Fue en línea que me informé sobre cómo el ducado está utilizando las amenidades tecnológicas para conseguir la atención mundial para su esquina de Europa Occidental.
Tim Chapple, miembro de la banda roquera punk/garage en córnico, Krena, no constituye una excepción a la regla. Mientras buscaba en internet recientemente, me topé con su sitio web Cornish Music, que me pareció bastante impresionante. He aquí un llamado a la batalla, un desafío a la gente que se dedica a chuparse el dedo o a nadar en charcas de sidra fuerte. La presentación del sitio refleja el ánimo general en Cornualles en 2006. Mirando fijamente desde un panorama costero celta, pasado, presente, y futuro brillan radiantemente. Esto no es simplemente hacerse ilusiones: Chapple no aguanta a los tontos con gusto. He aquí un hombre que ha visto tanto la luz del progreso moderno, como los días aciagos cuando kernowek apenas era un murmullo en el viento. Está bien consciente de la importancia de su trabajo en lo que respecta a los talentos regionales en Kernow.
«Grupos como Dalla, Pan Celtic y ganadores de concurso Krena (Chapple toca el bajo), Skywardya, y Bagas Degol han estado tocando en kernowek durante algún tiempo, y nos encontramos continuamente con músicos más jóvenes que incorporan el córnico en su trabajo. Nuestra banda alienta y promueve la diversidad de todos los estilos en Cornualles: estamos aquí para promover la maravillosa música en todos los géneros de la región: no tenemos distinciones o barreras. Una banda como Krena, por ejemplo, mezcla algo de música rock brutal con líricas en kernowek, lo que constituye una mezcla admirable». Chapple continúa, agregando que «Próximamente produciremos nuevas grabaciones por el poeta y músico Bert Briscoe, muy conocido por su participación directa en la escena política, musical y literaria de Cornualles».
Recientemente, el bastante impresionante e imposible de catalogar grupo Bagas Degol, recibió un gran aplauso de Channel 4 Teletext, nada fácil considerando que las reseñas son a menudo melindrosas y crudas. Tim explica que, considerando los recientes premios obtenidos, el futuro se ve prometedor: «Cuando comenzamos a grabar Top of the Hill en 2003, no creo que ninguno de nosotros (Tim y su mujer Ros) tuviera ninguna idea de cuánto nos duraría la banda, o hasta dónde llegaríamos. Si bien nunca llegaremos a competir con las grandes bandas, tenemos un montón de que enorgullecernos. Nuestros CDs han sido lanzados en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia, y se han vendido increíblemente bien en el Reino Unido. Hemos estado al aire en varias estaciones de radio, y hemos recibido críticas positivas de publicaciones internacionales tales como Froots y Sing Out, como así también fantástico apoyo de los medios de comunicación locales y nacionales. El año pasado sacamos cosas fabulosas, de lo cual lo más destacado son los álbumes de Julian Gaskill (Technology Will Make Us Better) y Gwelhellin Goth (Bad Provincial Boy), cosas que no van con la corriente dominante exactamente, pero que son vitales e interesantes, y que vale la pena escucharlas. Están pasando muchas cosas en Cornualles, y la cantidad de talento que notamos alrededor nuestro es impresionante».
«Continuaremos capitalizando en el hecho de que la música de Cornualles es diferente: tiene su propia individualidad y magia, algo que tiene que ver con su aislamiento y sus tradiciones. El futuro se ve de hecho muy prometedor».
La utilización de internet ha sacudido los fundamentos de la cultura de Cornualles enormemente. Las ideologías políticas de naturaleza tanto
semileal a Londres como las opiniones de tendencia más separatista han consolidado a Cornualles en el punto de mira como una entidad a menudo muy alejada del ser inglés o incluso británico. El arte y la música han, de forma similar, logrado afianzarse en el marco del fenómeno. Si un grupo como Bagas Degol evoca imágenes de un petrificado Edward Woodward haciéndose encima mientras que frenéticamente ruega por la intervención de Nuestro Señor, entonces por favor hágasenos un gran favor poniéndose en contacto con la Tierra lo más pronto posible. Internet ha logrado, a muchos niveles, cortar con las petulantes burlas ignorantes y atrasadas del resto de la nación con respecto a un «idioma inventado». Las actitudes hostiles, sin importar su validez, son mejores en porciones medidas, y cuando la situación provoca un tiro por la culata, la porción de humildad termina en plato de la parte avergonzada. Hay que ver el éxito que el bajo de Krena ha tenido, sólo confabulado con su PC.
«Me sorprendo continuamente de los contactos que conseguimos a través de internet mediante nuestro sitio web www.cornishmusic.com», afirma Chapple, quien recientemente se unió a Krena, aportando aún más reconocimiento a la cruzada. Una exitosa aparición en el festival pancelta en Irlanda (Condado de Kerry, mayo de 2005) ha abierto nuevas puertas para el grupo. Señalando los sabores que deleitaron a los jueces no sería difícil. Krena ofreció una mezcla poco convencional de guitarras agudas y percusión alta e intimidante, incitada por el mejor grito de batalla en kernowek desde por lo menos el siglo XVI. Una poción que hubiera sido de todas formas imposible de resistir.
Todavía regodeándose en la gloria de la visita al suroeste irlandés, los planes de batalla son trazados concisamente. «Es un hecho que la manera tradicional de promover la música ha cambiado y se ha alejado de lo comercial, lo que ha sido el salvavidas de compañías tales como nosotros para proporcionar música alternativa, quizás algo estrafalaria en la opinión pública. Los mayores comerciantes se equivocan al pensar que la gente sólo quiere oir los «mejores 40 artistas» (Top 40 artists): existe un gran mercado para la música como la nuestra a través de internet, y en ese respecto nos sentimos justificados, en especial luego de los tiempos difíciles que pasamos al principio con los distribuidores y los compradores».
Cuando los primeros restablecedores del siglo XX, guiados desinteresadamente por Henry Jenner y Robert Morton Nance, comenzaron a hilvanar laboriosamente las muchas piezas dispersas del preciado artefacto, desencadenaron una cadena de eventos que desde entonces ha estimulado al ducado. Algunos pueden haberse rendido cuando las lápidas de nombres como Alison Treganning o Dolly Pentreath comenzaron a juntar musgo, y las palabras emotivas del Reverendo Stephen Hawker sonaban superficiales a un público apático, pero Kernow hoy en día le debe muchísimo a estas personas. De hecho el elemento vital de la resurrección salió del sacrificio que esta gente hizo para que el patrimonio celta no cayera en el olvido. Con orgullo se nota la señalización vial bilingüe a lo largo y a lo ancho del paisaje. Hasta las discotecas juegan su rol estimulando el uso del córnico, ofreciendo información tal como «Telephone/Pellgowser» (Teléfono). El kernowek se ha transformado en una forma de comunicación muy popular, al igual que el éxito actual del gaelg en la Isla de Man. La música en cualquier sociedad, por supuesto, no se queda parada y no permite que otras formas de expresión le quiten la primicia.
Canciones marineras, melodías populares tradicionales celtas, e himnos religiosos cantados con orgullo en la lengua nativa han recobrado su lugar en la gran estructura de aquel preciado artefacto. Le pregunté a Tim Chapple si la música de Cornualles se introduciría alguna vez en la corriente dominante y si esto sería bueno, teniendo en cuenta las actitudes a menudo inconstantes de los adolescentes, y la idolización de los tipos «pop idol». Por su respuesta, no se anda con miramientos: «¡Quién sabe! Todo lo que sé es que la escena musical de Cornualles, que depende enteramente en el pasado para inspirarse, terminará marchitándose y muriendo. Debe incorporar nuevos sonidos e ideas para sobrevivir, a la vez que retener la esencia de Cornualles… Yo crecí mirando bandas como Los Ramones y The Clash, y nadie se siente más de Cornualles que yo. Establezco paralelos entre el panorama actual galés con bandas como The Super Furry Animals, y el panorama escocés, con bandas como Peatbog Faeries. No existe razón alguna como para que el panorama en Cornualles no se desarrolle de esa manera tampoco».
Desde Corineus y Chesten Marchant hasta guerreros actuales como Krena y su tipo, armados con el ritmo de un pasado glorioso y bien en camino a despertar un futuro igualmente espectacular, las espadas y escudos de la antiquísima Cornualles hacen lugar para una marcha artística del destino en el siglo XXI, más vibrante que nunca, que no se deja conmocionar por la ocasional llamarada de falta de armonía entre sus propios rangos. El progreso alcanzado desde el renacimiento de 1967 vive todavía en los corazones y en las mentes de muchos, recordándoles lo que podría perderse si la prudencia deja lugar a una oleada de autonomía total. El experimentado grito de Mel Gibson de «HOLD!» (¡Paren!) durante la escena de la batalla en Braveheart es quizás la mejor forma de sabiduría cuando se trata de impartir una dosis de disciplina entre los rangos.
En el ámbito comercial, la vulgaridad que se hizo dueña de Temple Bar en Dublín a fines de la desalmada década de los noventa, convirtiéndolo de un genuino escondite bohemio en una trampa cursi para turistas y libertinaje prenupcial parece tener extrema dificultad en insertar sus tentáculos en el territorio de Cornualles. Para cada trampa para turistas estadounidenses, están aquellos leales a la bandera de Saint Piren, listos en cualquier momento a rechazar la basura producida y comercializada en masa para los Bob y Doris de Butte, Montana. Sírvanse a comprobar la canción de muestra en el sitio web de Tim Chapple. The Rolling Sea («El mar ondulado») es evidencia de la sustancia real que es parte de Kernow. Es la compañera perfecta para una cita a luz de luna con la Shipping Forecast, o bien ideal para una estación de radio de onda larga de pacotilla que nos castiga decididamente con polkas de la década de los cincuenta al estilo Bierkeller. Estas son las emociones que quedan sin expresar y que hormiguean por la espalda cada vez que oigo esa melodía. Es un himno para un lugar y fecha especial, y las posibilidades de este idioma y esta cultura son realmente universales y de gran alcance.
Como hubiera dicho Dolly Pentreath: «Me ne vidn cewsel Sawznek«. Y más aún.