“Durante tres décadas y media, los medios de comunicación del mundo se han enfocado en la encarnizada “guerra” terrorista que se extendió por los seis condados del noreste de Irlanda. Tras una cortina de humo de armas y fuego, más allá de los hombres macho con pasamontañas llevando rifles y plantando bombas, se encuentra otro relato: el de una Irlanda escondida».
[Colours: Ireland –From Bomb to Boom– Henry McDonald]
En 1996, para celebrar el 50 aniversario del Alzamiento de Pascua de 1916, el Estado Irlandés emitió retratos hagiográficos de los líderes del Alzamiento y organizó grandes mitínes populares. El ambiente era de un sobrecogimiento cuasi-religioso y de reverencia hacia los hombres que iniciaron una violenta rebelión, condenada al fracaso, y en aquellos momentos poco popular, contra el dominio británico en Irlanda. En los cuarenta años que han pasado desde entonces, la isla de Irlanda ha presenciado un repentino aumento de violencia sectaria y política que asoció al Ulster con los lugares más peligrosos del planeta. En la República, la pobreza y los ciclos de emigración masiva han sido reemplazados por un boom económico y una inmigración imprevista. El antiguo Estado Católico confesional se ha desmoronado entre escándalos de abuso sexual infantil y de campañas liberales a favor del divorcio y la anticoncepción. Este mes, los planes del Gobierno de Dublín para la conmemoración del 90 aniversario del Alzamiento de Pascua con un desfile militar, se han encontrado con polémica, algo que hubiese sido inconcebible en 1966. En resumen, los tiempos cambian, y mientras el nacionalismo, unionismo y republicanismo del siglo pasado eran los marcos más fáciles dentro de los cuales se podía hablar de Irlanda, en este nuevo siglo parecen cada vez más anticuados.
Henry McDonald, el editor del periódico The Observer en Irlanda y autor de libros sobre el líder unionista del Ulster David Trimble, y también sobre el Ulster Volunteer Force, se adentra en los relatos alternativos de Irlanda en Colours: Ireland, from Bombs to Boom (“Colores: Irlanda, de las bombas al boom”), que son en parte memorias y en parte un estudio sociológico fascinante. McDonald creció en la zona católica y republicana de The Markets en Belfast. El escenario de fondo era el sectarianismo, internamiento y la «lucha armada» republicana, pero, así como muestra el libro, también era de hinchas de fútbol, de punk rock y socialismo internacional. El libro ilustra cómo, así como muchos irlandeses e irlandesas se identifican dentro de los moldes tradicionales de republicanismo/unionismo o católico/protestante, había muchos otros que buscaron y encontraron nuevas formas de definirse a sí mismos.
McDonald, comentarista sistemáticamente interesante en todo los que se refiere a Irlanda, ha aceptado amablemente hablar (por correo electrónico) de varios temas con Three Monkeys Online.
En Colours, haces una comparación interesante entre la corrupción política en Irlanda y en Italia. En la Italia de Berlusconi (y sin duda durante los gobiernos previos) uno de los problemas es que los medios de comunicación se mantienen en silencio, sea por razones de miedo, de autocomplacencia o de colusión. ¿Cómo juzgarías la respuesta de los medios de comunicación irlandeses hacia la corrupción política? ¿Cómo juzgas los ataques contra Frank Connolly y el Centro de Investigación Pública?
En general, los medios de comunicación irlandeses han expuesto la corrupción política en el sur de Irlanda bastante energéticamente, incluyendo la Radiotelevisión Pública Irlandesa (RTE). Lo que tú llamas «ataques» en el Centro de Investigación Pública fue, a mi parecer, parte de esa campaña para exponer la corrupción. ¿Por qué? Porque de todas formas, Frank Connolly todavía tiene que explicar por qué estaba en Colombia con un pasaporte falso al mismo tiempo que el IRA estaba ganando millones de dólares por medio del FARC y el tráfico de drogas. A menos que Connolly explique esto de forma aceptable y hasta que no lo haga, no puede criticar a los políticos por corrupción. Realmente me pregunto “¿y por casa cómo andamos?”.
Has escrito sobre la llegada de trabajadores extranjeros a Irlanda del Norte, por ejemplo la comunidad portuguesa de Dungannon. ¿Qué efecto está causando la inmigración en la sociedad norirlandesa?
El efecto de la inmigración llevará tiempo para hacerse notar.. Pero ya está teniendo efectos benignos. Por ejemplo, la zona dentro de Tunnell y sus alrededores, un enclave católico en Portadown, se encontraba en grave declive en cuanto a la población y el medio ambiente. Sin embargo, en los últimos dos años la zona ha experimentado un renacimiento con la llegada de docenas de familias de Portugal y de países de habla portuguesa, principalmente para trabajar en las empresas locales de producción alimentaria.
Ha habido problemas, por supuesto. La semana pasada un par de familias polacas fueron atacadas en el sur de Belfast por unionistas que alegaban que los polacos estaban involucrados en casos de conducta antisocial. Pero el número de inmigrantes extranjeros es mucho mayor que los ataques racistas y xenófobos aislados. En general, la afluencia es bien recibida y progresista, representa el lado positivo de la globalización. Por ejemplo, el pub de mi barrio, The Pavillion, en el sur de Belfast, organiza una noche polaca al mes donde pinchadiscos de Varsovia vuelan a Belfast, se venden bebidas polacas, etc. y tiene mucho éxito. Que llegue el día que tengamos nuestro primer concejal polaco, africano o chino. ¡Qué llegue!
Durante el desfile de la Orden de Orange organizado recientemente por los unionistas en Dublín hubo disturbios. ¿Crees que la violencia refleja un antagonismo en general contra los unionistas del Ulster en la República o una oportunidad fácil para los extremistas en ambos lados, tanto el republicano como el unionista, para monopolizar los titulares?
Creo que en general la gente de la República es más tolerante y relajada que la gente de Irlanda del Norte. Yo presencié los disturbios y mis conclusiones son éstas. En primer lugar, la mayoría de los que tomaron parte eran vándalos oportunistas. En segundo lugar, el culto al equipo de fútbol del Celtic de Glasgow y la influencia de su tribalismo también tuvo algo que ver. Y en tercer lugar, creo que fueron los republicanos disidentes los que se aprovecharon de la situación, principalmente de los elementos partidarios del IRA Auténtico. Hubo cierto nivel de organización en los disturbios, que apuntaron no sólo en contra de los manifestantes unionistas (a los que nunca se acercaron), sino también en contra del Estado Irlandés.
Reginald Maudling habló una vez sobre “un nivel aceptable de violencia” en Irlanda del Norte. Tras leer los periódicos y Colours, es evidente que la ausencia de una violencia claramente motivada por la política no ha llevado a una sociedad pacífica. ¿Ha cambiado el Acuerdo de Viernes Santo simplemente los niveles y el contexto de una «violencia aceptable»?
No, ha llevado a una sociedad de estilo Apartheid. Esta semana estoy trabajando en una historia para
el periódico The Observer sobre una escuela integrada que se está estableciendo en la zona de Irlanda del Norte más tolerante en referencia a la religión, Mid Down. Uno de cada cinco matrimonios en esta zona es de religión mixta. Y aún así la escuela se ha encontrado con una barrera de oposición por parte principalmente de los políticos unionistas, que temen que su base de poder se debilite en la zona si los hijos de católicos y protestantes se educan juntos. ¡Imagínate! En el año 2006 todavía hay fanáticos que se oponen a escuelas diseñadas para unir a niños sin tener en cuenta su religión. Y esto es en la zona más tolerante de Irlanda del Norte. Lo dice todo. Paz, sí, pero sin amor o entendimiento.
La República ha sido mencionada en el mundo entero (incluyendo durante la reciente campaña electoral italiana) como un ejemplo económico a seguir. Los pros y los contras del “Tigre Celta” ya han sido debatidos de forma exhaustiva. Sin embargo, ¿cuál ha sido el efecto en las comunidades del norte? Nell McCafferty dijo una vez que, si no fuera por la discriminación, no le hubiese importado ser ciudadana británica, dado que las ventajas económicas sobrepasaban a las de la República (sanidad, educación, etc.). ¿Podría la prosperidad económica suavizar el duro golpe de una Irlanda unida para los unionistas?
En una palabra, no. Los unionistas están en contra de la tendencia histórica marxista, no están motivados por un determinismo económico. La única cosa que puede que les empuje hacia una Irlanda Unida (y ésta es una opinión que apoyo) es la consciencia de que podrían tener un poder político enorme como grupo de gran influencia en un parlamento irlandés. Esto es, por supuesto, a costa del entendimiento de que no tendrían mucho poder dentro del Estado Británico. El problema, sin embargo, es que existe un amor generalizado hacia la forma de vida británica.
Parece obvio que existen enormes diferencias culturales entre los unionistas en Irlanda del Norte y la gente de la isla de Gran Bretaña. ¿Cuáles son las diferencias culturales, desde tu punto de vista, entre los nacionalistas irlandeses del norte y los del sur?
Las diferencias son las mismas entre los nacionalistas del norte y los del sur. Para empezar, pongamos la religión. Los católicos del norte tienen fama de ser más conservadores desde el punto de vista social en cuanto al sexo, por ejemplo, que los católicos del sur. Los del norte creerán más a su párroco y pondrán menos en duda la jerarquía de la Iglesia. Los nacionalistas del norte también son más hostiles hacia los unionistas. ¡La familiaridad crea descontento! Cuando voy a ver el equipo de fútbol de la República Irlandesa, son los católicos del norte los que cantan las canciones del IRA, los que empiezan los abucheos contra los jugadores extranjeros que jugaban en el equipo de los Rangers, etc. Son como los serbo-bosnios, más serbios que los serbios mismos.
Otra cosa: recientemente has escrito sobre la decisión del sitio web republicano The Blanket de publicar las caricaturas danesas. ¿Cómo se sintió el “choque de civilizaciones” en Irlanda del Norte? ¿Fue la decisión de The Blanket oportunista?
En mi opinión, la decisión de The Blanket fue heroica. Su lógica fue que cómo se puede debatir las cualidades de estas caricaturas a no ser que los lectores puedan verlas y así poder decidir. Es lógico, sencillo y claro como el agua.
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